sábado, 14 de noviembre de 2009

La boda (2)

Por qué odio las bodas

El convite

Después de un intenso día en el cual te levantan temprano y te estrujan hasta la saciedad, llega la hora de comer (por fín). Con más hambre que el perro de un ciego se te presenta otro problema, ¿dónde?. Sí, porque no conforme con sentirte como si te hubieran tirado en una piscina repleta de pirañas y algún cabrón te metiera la cabeza dentro del agua de vez en cuando, te ves en la obligación de buscarte la vida y encontrar el lugar donde se supone que te darán de comer gratis. Porque en el fondo hay que reconocer, que nadie, en su sano juicio, se le ocurriría hacer un desayuno completo el día de la boda del tio sobrino segundo de tu padre. Pero esa vieja costumbre, como un boli casi sin tinta, te lo hará pasar mal. Como siempre, el convite esta en la otra punta de la ciudad, es cómo si supieran que vas con hambre y lo hacen a conciencia, ¿sin desayunar eh?, ¡pues ahora verás!.

Y entre esos sudores fríos de las 3 de la tarde algún desconocido (ahora llamado "familiar"), dice esa famosa frase: "yo tengo sitio", y como un puma corres tras él para que nadie te quite el sitio en su coche. Sí, porque el coche va por sitios, y si algun familiar tiene uno, no dudas en pegarte una carrera como si jugaras al rugby, haciendo placages al resto y plantarte en la puerta del mismo. Entonces subes al coche, (porque no hay nada mas triste que ir en bus... bueno sí... que te toque sentarte al lado de la gorda).

Y entonces es cuando despues de 30 minutos de camino en el que te ponen una cinta del Fary y huele a ambientador de pino, llegas, (cosa que nunca ocurre si conducen tus padres, porque por alguna "extraña" razón, casi siempre se les olvida el camino exacto y van preguntando por el camino la dirección, y tú como si de un guardia civil se tratara, agachas la cabeza de la ventanita de atrás por si algún transeúnte te reconoce). Por fin, ya estas allí y te adrentras en una sala llena de enormes mesas redondas con papelitos, en los que ponen números como si del Bingo se tratase por si fuera poco tu tio segundo sobrino de tu padre se cree que eres Indiana Jones y serás capaz de encontrarte en una lista mal imprimida con el Paint, en la cual figuran unas 200 personas. Mágicamente, Dios se dio cuenta de la jodienda y por unca vez, iluminó tu torpeza y te encontraste casi a la primera.

La mesa, esa enorme y blanca mesa, con cubiertos que nunca habías visto, fue entonces, al igual que muchos seres humanos, cuando, descubrí, que los cuchillos que no cortan, tambien tienen utilidad, olvídate de tu vasito de Bart Simpson, que las copas estan hechas para diversas bebidas, y para dar énfasis al alto standing, hasta el agua se servirá tambien en una, lo cierto es que la sensación que te echen agua en una copa, es como sentir un flashback de tu madre diciendote que eso no se hace, que para eso estaba tu vasito de Bart y no sabes por qué, pero lo reflexionas.

Te ha tocado con....lo bueno y lo malo, casi siempre es asi, como el fútbol, lo bueno de jugar y lo malo de que algun malnacido se ensañe con tus (hasta ese momento desconocidas) espinillas. Lo bueno, un primo cercano, que te dará conversación hasta que le de por levantarse y cambiar de mesa, cosa que hará nada mas comer. Lo malo, la prima/o que no quieres ver, la oveja negra de la familia para ti, del que recuerdas todo, paso a paso, como empezaste a odiarlo y por qué no merece vivir. Y mientras te pones una servilleta encima de las piernas que acabará bastante más limpia que las mangas de tu camisa, te sirven la comida.

¡Sí! ¡llegó el momento!, pobre infeliz, como el cazador creyendo que daría con Bugs Bunny, sueñas con un buen filete con patatas fritas, bacon y un buen surtido ibérico , pero no, no era tu día y te plantan 1/4 de plato, con un algo que parece pescado, una salsa verde viscosa con una crema rosa encima que te recuerda a esa nata de sabor fresa que odias y una gamba enana clavada como un pincho moruno, toda una obra de "arte" echa por algun ca****. Y como es obvio, acercas tu nariz al plato como si alguien fuera a envenenarte, para hacerte a la idea de qué lleva aquello, y no... no huele a nada.

Así que removiendo un poco la comida, miras el menú y esperas al tercer plato que más o menos te parece aceptable, si en alguna ocasión pueden encasquetarle algo de esa exquisitez a otro, mejor.

Si algo se aprende, es que el alimento único en inigualable, es la tarta. Pero aun así quedan varios apartados mas; la maldita foto que te hacen y tus padres, aunque lo niegues, te acaban pagando, el desconsuelo de la vegüenza de ver a tus abuelos bailando con tus tíos e invitándote a la "fiesta" y el horrible regalo que acostumbra a ser un alfiler en el pecho o un puro que se te perderá o que alguien te acabará quitando.


Asi que, si te invitan a una boda y crees que tienes algo mejor que hacer que levantarte a las 9, no comer hasta las 5 y ser humillado hasta las 12...

...no te la pierdas, ser un suicida una vez al año, no está tan mal.

2 comentarios:

Mia Alkaid dijo...

y luego siempre está el que te pregunta que si tienes ya novio!!!!
aaaarrrrgh cómo las odio...

Anónimo dijo...

Las Bodas...
siempre ese lado gris..
no sé por que pero, siemrpe termina llegando el momento en que recuerdas que "ella" no ers tú...

uy quizás ni siquiera ese es el sentimiento correcto..

Interesantes líneas
paseando encontré el blog...
seguiré leyendo
saludos..